Cuánto nos gusta tener un fin de semana con puente para dejarnos caer por Asturias. Nuevamente.
Qué paz, qué siesta oyendo de vez en cuando un grajo y oliendo a naturaleza.
En el mirador del Fitu, desde donde se pueden ver por un lado los Picos de Europa, y por otro la costa desde Ribadesella hasta Larrés.
Esas casas de indianos que volvían de América cargados de dinero y que se las construían para «grandonear», que dicen los indígenas, y esas otras casitas de los aldeanos, en cualquier cuneta.
…y todo lo demás.

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