domingo, 8 de julio de 2007

Mis siete maravillas

Aquello de las siete maravillas procede de la antigüedad clásica (cómo me gustan las palabras con güe…) y no era algo elegido democráticamente, no, sino algo que habí­a nacido de forma espontánea, siete maravillas que eran siete verdades absolutas como los evangelios, el teorema de Pitágoras y el valor del euro. Creo recordar que correspondí­an a siete grandes, o bellas, o ambas cosas, construcciones, a saber: El templo de Diana en í‰feso, queda una ruina; las pirámides en Egipto, es la que mejor nos ha llegado; los jardines colgantes en Babilonia, que aún queda algún ladrillico y los irakí­es se los venden a precio de oro a los marines yanquis; la estatua de Zeus en Olympia, del mismí­simo Fidias, tallada en marfil y fundidos en oro, que se la ventilaron los cristianos fundamentalistas y sólo nos quedan descripciones y alguna imagen (mala) tomada en monedas antiguas, como esta de Alejandro; la torre iluminada de la isla de Pharos en Alejandrí­a, también sólo descripciones y alguna imagen en monedas; la estatua del Coloso en Rodas, que poní­a una pata en cada una de esas dos columnas y los barquichuelos entraban al puerto por debajo, también quedan descripciones y una moneda con la cara que tení­a el personaje; y la tumba de Mausolo en Halicarnaso, de la que tampoco quedan sino piedros y algún grabado descriptivo.

¿Por qué se toma como maravilla únicamente a los portentos de la arquitectura combinada con ingenierí­a o escultura? Seguramente porque los antiguos no veí­an casas grandes ni obras del hombre que tuvieran grandes dimensiones, se hací­an ellos mismos sus casillas y sufrí­an la de dios para que no se les cayera el tejado, y claro, esas magnas construcciones los dejaban con la boca abierta. A mí­ no me maravilla más una obra de arquitectura que un cuadro o una buena pelí­cula, esa es la verdad, y no veo por qué las pirámides sí­ son una maravilla y Rigoletto no. Tampoco veo tan maravillosa la Alhambra, a mí­ me gusta bastante más la mezquita de Córdoba.

Así­ que me he decidido a publicar urbi et orbi mi particular concepto de la maravilla. Estas son mis siete maravillas:

1ª  El camino llano

2ª  El asiento a la fresca

3ª  El café

4ª  El huevo frito

5ª  El libro

6ª  El vaquero

7ª  El chupete

¡Ay, qué agustito me he quedado!

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